Las llamaron histéricas. Les dijeron que eran revoltosas e inútiles, unas entrometidas, unas cotorras. Tuvieron que oír que ser mujer era un problema y que las mujeres no podían hacer nada para detener una guerra. Pero no quisieron callarse. Durante la Primera Guerra Mundial, mil trescientas mujeres de doce países se reunieron en La Haya para reclamar la paz. Tomaron la iniciativa y decidieron reunirse con los mandatarios de sus países para exigirles que negociaran acuerdos que propiciaran el fin de la contienda.